La Complacencia y la Violencia
Es un salon de clase todos los dias puede suceder algo inesperado.
Creo que los maestros tenemos la urgencia de prepararnos en tantos temas y terrenos educativos que ya no hallamos por donde empezar, vamos a cursos y más cursos y como que en vez de asimilarlos “nos indigestan”, es decir, creemos que ya no los necesitamos. ¡Nada más falso! Partamos de este axioma pedagógico: “el verdadero maestro nunca deja de ser alumno”.
Vamos a decirlo sin rodeos: en el tema de la violencia escolar no debemos ser complacientes; cuando recibamos la queja de un alumno que se siente agredido tomémosla con toda seriedad; se han llegado a dar casos que el alumno agredido se hace justicia por sí mismo al ver que su maestro no lo atendió, y luego como agresor (que previamente fue agredido) es el que recibe todo el peso de la “correción”; cuando el primer agresor queda como víctima y “fresco como una lechuga”.
La complacencia es la antesala de los desastres, el inicio de la impunidad: ante tanta violencia ambiental, debemos estar atentos a los brotes de violencia situacional. Al estar al frente de un salón de clase debemos ser los primeros en detectar algún indicio de violencia entre los alumnos.
A quien primero recurre un alumno(a) que se siente agredido(a) por otro, es a mí como figura de autoridad; él o ella confía que tenga algún tipo de atención a su queja, pero si yo no intervengo adecuadamente, estaré siendo un factor indirecto para fomentar más violencia entre ellos.
¡Vaya tarea tan trascendente que tenemos frente a los alumnos en un salón de clase! Yo diría que un maestro tiene que ser mejor que un detective ante un caso de investigación criminal. En un salón de clase todos los días puede suceder algo inesperado; si no estoy preparado para afrontarlo, aquí es donde ésta mi verdadero nivel de capacitación docente.
Preparense para lo inesperado, porque tratamos con seres humanos, no con maquinas, si la vida es lo inédito, lo que no está escrito que sucederá, el salón de clase es mi verdadera escuela; volvemos a decir que nuestros sinodales no fueron los que nos “ejecutaron” en nuestro examen recepcional, sino cada uno de nuestros alumnos que pone a prueba lo que decimos que sabemos educativamente hablando.
No le demos más vueltas; la calidad de un sistema educativo descansará en la calidad de cada uno de sus maestros como personas; en todos los temas que nos preparemos en los múltiples cursos a los que vayamos, la meta final es siempre la misma ser mejores personas como maestros en el trato con nuestros alumnos, en detalles como el de no caer en la complacencia frente ala violencia.
Luz para “pupila mental”
- ¿Qué sentimiento puede tener un alumno cuando no se siente atendido por su maestro(a) ante una queja por agresión?
- Cuántos maestros habremos ya caído en la rutina en nuestro salón de clase?
- ¿Qué significará estar preparados para lo “lo inesperado”?