La Complacencia y la Violencia
Es un salon de clase todos los dias puede suceder algo inesperado.
Creo que los maestros tenemos la urgencia de prepararnos en tantos temas y terrenos educativos que ya no hallamos por donde empezar, vamos a cursos y más cursos y como que en vez de asimilarlos “nos indigestan”, es decir, creemos que ya no los necesitamos. ¡Nada más falso! Partamos de este axioma pedagógico: “el verdadero maestro nunca deja de ser alumno”.
Vamos a decirlo sin rodeos: en el tema de la violencia escolar no debemos ser complacientes; cuando recibamos la queja de un alumno que se siente agredido tomémosla con toda seriedad; se han llegado a dar casos que el alumno agredido se hace justicia por sí mismo al ver que su maestro no lo atendió, y luego como agresor (que previamente fue agredido) es el que recibe todo el peso de la “correción”; cuando el primer agresor queda como víctima y “fresco como una lechuga”.